TALLER DE ACCIÓN Y REFLEXIÓN 4 A
¡LEE, REFLEXIONA Y RESPONDE!
FECHA DE ENTREGA 27/03/20, Vía mail síntesis de lo trabajado y copia
del TRABAJO REALIZADO EN LA CARPETA
Mail de consulta por cualquier inquietud: munozhdario@gmail.com
Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2020
En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co
5,20)
Queridos hermanos y hermanas:
El Señor nos vuelve a conceder este año un tiempo propicio para
prepararnos a celebrar con el corazón renovado el gran Misterio de la muerte y
resurrección de Jesús, fundamento de la vida cristiana personal y comunitaria.
Debemos volver continuamente a este Misterio, con la mente y con el
corazón. De hecho, este Misterio no deja de crecer en nosotros en la medida en
que nos dejamos involucrar por su dinamismo espiritual y lo abrazamos,
respondiendo de modo libre y generoso.
1. El Misterio pascual, fundamento de la conversión
La alegría del cristiano brota de la escucha y de la aceptación de la
Buena Noticia de la muerte y resurrección de Jesús: el kerygma. En este se
resume el Misterio de un amor «tan real, tan verdadero, tan concreto, que nos
ofrece una relación llena de diálogo sincero y fecundo» (Exhort. ap. Christus
vivit, 117).
Quien cree en este anuncio rechaza la mentira de pensar que somos
nosotros quienes damos origen a nuestra vida, mientras que en realidad nace del
amor de Dios Padre, de su voluntad de dar la vida en abundancia (cf. Jn 10,10).
En cambio, si preferimos escuchar la voz persuasiva del «padre de la
mentira» (cf. Jn 8,45) corremos el riesgo de hundirnos en el abismo del
sinsentido, experimentando el infierno ya aquí en la tierra, como
lamentablemente nos testimonian muchos hechos dramáticos de la experiencia
humana personal y colectiva.
Por eso, en esta Cuaresma 2020 quisiera dirigir a todos y cada uno de
los cristianos lo que ya escribí a los jóvenes en la Exhortación apostólica
Christus vivit: «Mira los brazos abiertos de Cristo crucificado, déjate salvar
una y otra vez.
Y cuando te acerques a confesar tus pecados, cree firmemente en su
misericordia que te libera de la culpa. Contempla su sangre derramada con tanto
cariño y déjate purificar por ella. Así podrás renacer, una y otra vez» (n.
123).
La Pascua de Jesús no es un acontecimiento del pasado: por el poder
del Espíritu Santo es siempre actual y nos permite mirar y tocar con fe la carne
de Cristo en tantas personas que sufren.
2. Urgencia de conversión
Es saludable contemplar más a fondo el Misterio pascual, por el que
hemos recibido la misericordia de Dios. La experiencia de la misericordia,
efectivamente, es posible sólo en un «cara a cara» con el Señor crucificado y
resucitado «que me amó y se entregó por mí» (Ga 2,20). Un diálogo de corazón a
corazón, de amigo a amigo.
Por eso la oración es tan importante en el tiempo cuaresmal. Más que
un deber, nos muestra la necesidad de corresponder al amor de Dios, que siempre
nos precede y nos sostiene. De hecho, el cristiano reza con la conciencia de
ser amado sin merecerlo. La oración puede asumir formas distintas, pero lo que
verdaderamente cuenta a los ojos de Dios es que penetre dentro de nosotros,
hasta llegar a tocar la dureza de nuestro corazón, para convertirlo cada vez
más al Señor y a su voluntad.
Así pues, en este tiempo favorable, dejémonos guiar como Israel en el
desierto (cf. Os 2,16), a fin de poder escuchar finalmente la voz de nuestro
Esposo, para que resuene en nosotros con mayor profundidad y disponibilidad.
Cuanto más nos dejemos fascinar por su Palabra, más lograremos
experimentar su misericordia gratuita hacia nosotros. No dejemos pasar en vano
este tiempo de gracia, con la ilusión presuntuosa de que somos nosotros los que
decidimos el tiempo y el modo de nuestra conversión a Él.
3. La apasionada voluntad de Dios de dialogar con sus hijos
El hecho de que el Señor nos ofrezca una vez más un tiempo favorable
para nuestra conversión nunca debemos darlo por supuesto. Esta nueva
oportunidad debería suscitar en nosotros un sentido de reconocimiento y sacudir
nuestra modorra.
A pesar de la presencia —a veces dramática— del mal en nuestra vida,
al igual que en la vida de la Iglesia y del mundo, este espacio que se nos
ofrece para un cambio de rumbo manifiesta la voluntad tenaz de Dios de no
interrumpir el diálogo de salvación con nosotros.
En Jesús crucificado, a quien «Dios hizo pecado en favor nuestro» (2
Co 5,21), ha llegado esta voluntad hasta el punto de hacer recaer sobre su Hijo
todos nuestros pecados, hasta “poner a Dios contra Dios”, como dijo el papa
Benedicto XVI (cf. Enc. Deus caritas est, 12). En efecto, Dios ama también a
sus enemigos (cf. Mt 5,43-48).
El diálogo que Dios quiere entablar con todo hombre, mediante el
Misterio pascual de su Hijo, no es como el que se atribuye a los atenienses,
los cuales «no se ocupaban en otra cosa que en decir o en oír la última
novedad» (Hch 17,21).
Este tipo de charlatanería, dictado por una curiosidad vacía y
superficial, caracteriza la mundanidad de todos los tiempos, y en nuestros días
puede insinuarse también en un uso engañoso de los medios de comunicación.
4. Una riqueza para compartir, no para acumular sólo para sí mismo
Poner el Misterio pascual en el centro de la vida significa sentir
compasión por las llagas de Cristo crucificado presentes en las numerosas
víctimas inocentes de las guerras, de los abusos contra la vida tanto del no
nacido como del anciano, de las múltiples formas de violencia, de los desastres
medioambientales, de la distribución injusta de los bienes de la tierra, de la
trata de personas en todas sus formas y de la sed desenfrenada de ganancias,
que es una forma de idolatría.
Hoy sigue siendo importante recordar a los hombres y mujeres de buena
voluntad que deben compartir sus bienes con los más necesitados mediante la
limosna, como forma de participación personal en la construcción de un mundo
más justo.
Compartir con caridad hace al hombre más humano, mientras que acumular
conlleva el riesgo de que se embrutezca, ya que se cierra en su propio egoísmo.
Podemos y debemos ir incluso más allá, considerando las dimensiones
estructurales de la economía.
Por este motivo, en la Cuaresma de 2020, del 26 al 28 de marzo, he
convocado en Asís a los jóvenes economistas, empresarios y change-makers, con
el objetivo de contribuir a diseñar una economía más justa e inclusiva que la
actual. Como ha repetido muchas veces el magisterio de la Iglesia, la política
es una forma eminente de caridad (cf. Pío XI, Discurso a la FUCI, 18 diciembre
1927). También lo será el ocuparse de la economía con este mismo espíritu
evangélico, que es el espíritu de las Bienaventuranzas
Invoco la intercesión de la Bienaventurada Virgen María sobre la
próxima Cuaresma, para que escuchemos el llamado a dejarnos reconciliar con
Dios, fijemos la mirada del corazón en el Misterio pascual y nos convirtamos a
un diálogo abierto y sincero con el Señor. De este modo podremos ser lo que
Cristo dice de sus discípulos: sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt
5,13-14).
FRANCISCO
Roma, junto a San Juan de Letrán, 7 de octubre de 2019
Memoria de Nuestra Señora, la Virgen del Rosario
RESPONDER:
1) Qué cosas ocupan tu tiempo en el día a día?
2) Cuáles son las voces que
mueven tu vida?
3) Sos auténtica/o en tu obrar?
4) Cuáles son las cosas que necesitas cambiar de tu accionar, con tu
familia, con tus amigos, con tus compañeros?
5) Cómo es tu proceso de cambio?
6) Con quiénes dialogas sobres estas situaciones?
7) Qué es la Cuaresma?
8) Cuál es su objetivo?
9) Qué se nos pide en este tiempo?
10) A qué va Jesús al Desierto?
11) De qué le sirve?
12) Qué sucede ahí?
13) Realiza una breve reflexión sobre tus emociones al realizar este
trabajo.
Como fuente para responder sobre la Cuaresma utiliza internet y para
las preguntas sobre Jesús utiliza la Biblia: Mateo 4, 1-11; Marcos 1, 12-13;
Lucas 4, 1-13.