Una de las decisiones más importantes que han tomado los habitantes de las Provincias Unidas del Sur fue declararse independientes de los reyes de España y su metrópoli. Para lograr esto tuvieron que superar miedos, debilidades e inseguridades. …
Nuestros congresales, reunidos en Tucumán, eran hombres simples, como nosotros, que por amor a su tierra gritaron con coraje ¡Sí!! ante la pregunta de Narciso Laprida: “¿Quieren que las Provincias de América del Sur sean libres e independientes?”.
Pero, ¿a qué temían los congresales?, ¿por
qué retardaban la exhibición de la bandera que había creado Belgrano en 1812?,
¿por qué postergaban la declaración de la independencia? Se estaban
enfrentando, y lo sabían, a un poder que los superaba: Europa. Para
que Argentina naciera debían darle la espalda al Padre, perder el temor que
inspiraban los reyes, principalmente Fernando VII de España. Así, nuestra
historia, se escribió con coraje; y nuestros congresales defendieron un destino
que estaba siendo atacado, vapuleado, menoscabado, a lo largo de todo el
Continente Americano. Nos dejaron como herencia esta tierra, nuestro país; la
libertad y el sentido de identidad nacional. Ahora, debemos mirar a nuestro
alrededor y preguntarnos: ¿Somos libres?
Esta fue una de las
decisiones más importantes que tomaron los habitantes de las Provincias Unidas
del Sur ser independientes y por supuesto no sucedió de un día para el otro,
llevó mucho tiempo, lucha, batallas y gente que puso corazón y vida… San
Martín, Belgrano, Güemes y tantos más tuvieron que superar miedos, y
dificultades para darles la seguridad a los congresales para declarar la
Independencia.
Estos congresales, que eran
hombres simples, como nosotros, que por amor a su tierra gritaron con coraje
¡SÍ! ante la pregunta de Narciso Laprida: "¿Quieren que las Provincias de
América del Sur sean libres e independientes?"
El 9 de julio de 1816
imprimió una huella en el corazón de todos los argentinos, marcó el inicio de
un camino que hoy estamos transitando. Hoy a 200 años de ese acto debemos
honrar a esos hombres siendo buenos ciudadanos, estamos obligados a romper las
cadenas de la injusticia, de la mentira, del egoísmo, de la ambición desmedida
y luchar por forjar un país más justo, sincero y solidario, y más fuerte en sus
ideales conservando sus tradiciones y costumbres y sólo así seremos una Nación
libre e independiente. Sabemos que no es fácil pero no es imposible, sólo hay
que formar el mismo valor y el mismo ímpetu que tuvieron aquellos hombres que
forjaron nuestra historia"
Al celebrar el 9 de Julio celebramos la valentía y sentido de
una gesta patriótica iniciada en 1810 y que hasta hoy sigue su curso. En este
sentido, la independencia no es un evento sino un proceso de construcción de
capacidades que muestra idas y vueltas, siempre objeto de una lucha política e
ideológica.
Un país sale adelante cuando
sus habitantes trabajan con dignidad para lograrlo. Juntos debemos seguir
sembrando en este suelo argentino semillas de justicia, fraternidad, unión,
solidaridad, comprensión, diálogo y responsabilidad. Cada uno desde el lugar
que le toque ocupar somos responsables y debemos comprometernos este camino de
formación de valores en nuestros jóvenes que llevarán esa semilla siendo
mensajeros de esperanza para que tengamos el país que todos queremos y
merecemos.
Que las palabras de Mario BUNGE nos ayuden a reflexionar:
“Las naciones latinoamericanas son muy
diferentes entre sí pero tienen un pasado en común, problemas parecidos y,
posiblemente, un futuro común. Todas ellas tienen enormes riquezas naturales,
pero son socialmente indigentes. Todas son pobres, subdesarrolladas y
dependientes. Todas están aquejadas, en alguna medida, de excesiva desigualdad
socioeconómica, desocupación, marginalidad, caciquismo, burocratismo,
incultura, degradación ambiental, evasión impositiva, deuda externa paralizante
y militarismo. Y todas, sin excepción, deben hacer frente a la Nación más
poderosa y voraz del mundo, que mira con gran apetito las riquezas naturales y
la abundante mano de obra barata de lo que considera su patio trasero…”
Es nuestro deber, como lo fue en 1816, tomar
coraje ante un poder que nos supera, y decir ¡Sí!, defendiendo nuestra
identidad, nuestra tierra, y nuestros derechos a tener una vida digna.
Claudia Casas, Eduardo Crechinesco e Irina Amor