DÍA
NOVENO
LA
PREDICACIÓN
Octavo modo de
orar
Cuando viajaba de un pueblo a otro, toda su
recreación era la de dedicarse a la meditación y contemplación. Los testigos
entendían que Domingo había alcanzado así el poder de la ferviente predicación.
Textos bíblicos
Os 2, 14 | Sal 39, 4
Reflexión
Este último día de la novena nos pone ante
Santo Domingo “entero”: itinerante, contemplativo y predicador.
+ “cuando viajaba de un pueblo a otro…”: siempre inquieto y “en salida”,
siempre buscando alguien más con quién compartir al Jesús que le quemaba en el
corazón; el amor a Jesús y a la gente no le permitió quedarse quieto; en pocos
años caminó miles de kilómetros y la muerte lo encontró deseando el camino a
los “cumanos”.
+ “…su recreación era la meditación y la contemplación…”: nunca
improvisó la predicación; su palabra era siempre como compartir con los demás
esa Palabra eterna que habitaba en su corazón.
+ “…había alcanzado así el poder de la ferviente predicación”: porque
Jesús quemaba en su corazón, por eso su predicación era “ferviente”; nadie
podía sustraerse al “poder” de su palabra, porque era el poder de la Palabra de
Dios quemando como el fuego de Pentecostés.
Oración
Señor Dios, Padre bueno, que nos diste como
guía y ejemplo a nuestro padre Santo Domingo, te pedimos la gracia de seguir
sus pasos, abriendo nuestro corazón a tu Palabra y compartiéndola con todos
nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Fray José María Rossi OP
Obispo emérito de Concepción – Tucumán