“CAMINEMOS JUNTO A MARÍA”
UN RATO DE ORACIÓN PARA QUEDARTE EN…
“CASA CON MARÍA Y EN FAMILIA”
¡¡¡¡¡¡¡Comencemos este momento junto a María, cantando, porque cantar es rezar dos veces!!!!!!!!
El Rosario
Entre las
devociones con que el pueblo cristiano honra a la Virgen María sobresale el
santo rosario; es la principal de las devociones marianas. Pero es mucho más
que eso, como recordaba el Papa Juan Pablo II: "El Rosario, en efecto,
aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la
cristología. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de
todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio" (Carta
Apostólica. Rosarium Virginis Mariae).
El rosario tiene una base escriturística amplia y sólida: sus misterios y sus oraciones están tomados de textos bíblicos. Esta oración es un resumen del Nuevo testamento. Difícilmente se puede encontrar una síntesis más armónica de oración mental y vocal que el rosario; en él se ora con los labios, se medita con la mente y se ama con el corazón. La historia de la salvación está perfectamente presentada en sus momentos culminantes en los misterios del rosario.
El Rosario es
para la Orden de Santo Domingo una plegaria que late al ritmo de nuestro
carisma definido en cierta manera como" contemplar y dar a los demás el
fruto de la contemplación" [cf. Summa Theologim, II-II, q. 188, a. 6, c.].
La Orden de
Predicadores ha querido propagar de modo especial el Santo Rosario a través de
los siglos. La piedad popular, en efecto, reconoce en Santo Domingo el
"fundador" del Rosario y el arte cristiano así lo representa desde
hace siglos recibiendo el Rosario de manos de Santa María Virgen.
Las Cofradías del Rosario
Fray Alano de
Rupe
En 1470 el
dominico fr. Alain de la Roche ‒o Alano de Rupe‒ (1428-1475), funda en Douai
(ciudad del norte de Francia, cercana a la zona renana) la Cofradía del
Salterio de la Gloriosa Virgen María. Sus principales objetivos eran: difundir
la devoción al Rosario, crear un ambiente de espiritualidad mariana entre sus
cofrades y pedir la intercesión de la Virgen. Pues bien, inspirado en Alain de
la Roche, el prior de los dominicos de Colonia (ciudad situada en la zona
renana) creó en 1475 la primera Cofradía del Rosario. Ésta tuvo tanto éxito
entre el pueblo fiel y las autoridades civiles y eclesiásticas, que rápidamente
comenzaron a fundarse Cofradías del Rosario en otros conventos dominicos,
pasando a ser responsabilidad de la Curia Generalicia de la Orden de
Predicadores (Roma) en 1485. Desde entonces serán los dominicos los grandes
difusores del Rosario, aunque también lo hicieron muchos otros religiosos,
laicos y sacerdotes.
Tratando de
integrar el rezo del Rosario en la espiritualidad dominicana, en esta época
comienza a identificarse a santo Domingo con el Rosario. Y, pasado el tiempo,
surgió la conocida tradición de que la Virgen María entregó a este santo un
rosario, pidiéndole que propagara esta oración por el mundo entero;
considerando así a santo Domingo el fundador del Rosario.
Con todo nuestro ser
Cuando uno está
en compañía de su Madre, disfruta de ese momento con toda su persona, con todo
su ser. Ponemos en ella nuestros sentidos, nuestra mente y nuestro corazón.
Eso pasa
precisamente cuando rezamos el Rosario: toda nuestra persona ora junto a María.
Corazón
Lo más
importante en la oración, obviamente, es el amor. Es él quien nos lleva más
cerca de Dios. Con el amor podemos alcanzar la «unión con Dios», una relación
tan intima que nos hace decir, como san Pablo: «No vivo yo, es Cristo quien
vive en mí» (Gal 2,20).
El corazón es
muy importante en María. Todos los recuerdos de su Hijo los guarda en él
cuidadosamente (cf. Lc 2,51). ¡Cuánto ama a su Hijo…! Cuando Jesús dejó su casa
para predicar el Reino, se llevó con Él el amor de su Madre.
Al rezar el
Rosario, hemos de sintonizar afectivamente con María, pues ella nos ama de todo
corazón. Y nuestro corazón ha de latir acompasadamente con el suyo. Hemos de
coger su paso. Así, el corazón de María nos encamina al corazón de Cristo.
El «Dios te
salve, María…» ha de salir de lo más profundo de nuestro ser.
Mente
El Rosario nos
ofrece un tiempo meditativo. Para reflexionar. Para pensar.
Podemos
reflexionar sobre lo que decimos en cada Ave María o Padrenuestro. Pero sobre
todo es un tiempo para meditar los misterios de la vida de Jesús. Y María nos
ayuda a ello. No es lo mismo verlos con nuestros ojos, que contemplarlos con
los ojos de una Madre. ¡Cuánto se aprende cuando ella nos ayuda a comprender!
Y reflexionando
sobre cada misterio, podemos interiorizar lo que en ese momento concreto nos
dice Jesús.
A veces,
ciertamente, sentimos que Jesús no nos dice nada concreto. Entonces,
simplemente, gocemos en silencio de su presencia en nuestro corazón, sin forzar
nada. El fin del Rosario no es aprender, sino estar con Jesús y su Madre.
Sentidos
El Rosario es
una de las pocas oraciones que «se tocan»: rezamos pasando cuidadosamente las
cuentas.
El contacto con
el rosario es tremendamente afectivo. Los misioneros, cuando se hallaban en
peligro, se agarraban al rosario como el niño se agarra a la mano de su Madre.
Y así se sentían protegidos y acompañados.
Recordemos cómo
la «hemorroisa» queda curada con solo tocar a Jesús (cf. Mc 5,21-34). Con el
tacto también se ora. Pasando las cuentas del rosario, nuestro cuerpo participa
activamente en la oración.
Y no olvidemos
que besamos el Crucifijo al acabar de rezar el Rosario. El beso es, quizás, el
gesto de amor más tierno.
Cuando rezamos
el Rosario comunitariamente o en familia, también lo oímos. ¡Qué importante es
saber rezar el Rosario a buen ritmo! La cantinela con la que las personas
mayores lo rezan en las iglesias, les ayuda a hacerlo con un solo corazón y una
sola alma.
Y el Rosario se
ve. A algunos les gusta rezarlo arrodillados o sentados, mientras lo contemplan
entre sus manos.
Conclusión
El Rosario es
una oración válida para cualquier tipo de persona. Si es muy reflexiva: le
ofrece mucho en lo que pensar. Si es más bien afectiva: María y su Hijo son
todo corazón. Y si, como la «hemorroísa», le gusta emplear sus sentidos: el
Rosario se toca, se oye y se ve.
Pero lo
importante no es cómo se reza, sino rezarlo, y caminar así junto a nuestra
Madre por el camino de la salvación.
Fr. Julián de Cos, o.p.
“CELEBREMOS JUNTO A MARÍA REZANDO”
Preparo la oración: elegí un lugar
tranquilo, podes preparar un cuadrito de Jesús, prender una vela para la
Virgen…
Propuestas para la oración: El Credo, El Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Despedida: al final, tomate algunos minutos para contarle a Dios lo que te llevas de este encuentro, lo que le pedís o agradeces. Termina hablando con Jesús sobre tu oración, al final podés cerrar con la señal de la Cruz.