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Queridos alumnos de quinto:
Espero que hayan pasado una feliz pascua llena de amor y calidez.
En esta oportunidad les traigo un texto para que le dediquen un tiempo y lean con calma. Este marco teórico nos va a servir para encarar un análisis de la obra de José Hernández que empezamos a realizar con la película que vieron la semana pasada.
Cualquier consulta, no duden en escribirme.
Un abrazo!
María Victoria.
El gaucho Martín Fierro
José Hernández
Orígenes de la
literatura nacional
A comienzos del
siglo XIX , en el contexto de las luchas por la independencia de los nacientes
Estados americanos, surgió en la zona del Río de la Plata un conjunto de
manifestaciones que –aún no se sabía- darían origen a un género: la literatura gauchesca. Las composiciones que en ella se inscriben –así como los objetivos
generalmente políticos que impulsaron a sus autores durante casi un siglo-
presentan características muy diversas. Existe, sin embargo, una serie de
elementos comunes a todos aquellos textos:
· - La
presencia del gaucho como personaje central y del ámbito rural como su espacio
de pertenencia.
· - La
referencia a costumbres y problemáticas de aquel tipo social.
· -La
utilización de expresiones que buscaban recrear su habla.
· -El
empleo de formas poéticas populares y la reflexión en torno a los temas de la
patria y la libertad.
Ahora bien,
literatura gauchesca no significa literatura escrita por gauchos, en realidad,
fueron ciertos escritores letrados del ámbito urbano quienes, a partir de
materiales provenientes o representativos de la cultura popular, comenzaron a
dar forma al nuevo género.
El lenguaje,
identidad de la gauchesca
El lenguaje que
desarrolla la poesía gauchesca es uno de sus signos más distintivos. Los poetas
buscaron recrear el habla del gaucho a través de términos relacionados con las
actividades que desempeñaba y, fundamentalmente, de una grafía que intentaba
representar las formas expresivas orales del hombre de campo. Algunos de esos
mecanismos son la diptongación (“nuembres” por “nombres”), los apócopes (“pa”
por “para”) y la sustitución o supresión de consonantes (“dotor” por “doctor”).
Otra fuente a la que los autores recurrieron con asiduidad fue el refranero
popular (por ejemplo, “tranquilo como agua’e pozo).
La voz del
otro
La literatura
gauchesca pone en escena un uso letrado de la voz del gaucho. Pero uso
significa también apropiación: apropiación por parte de la cultura dominante de
esa voz del marginado, de su manera de pensar y de ver el mundo que lo rodea.
Esa operación discursiva estuvo ligada a múltiples propósitos relacionados con
el contexto histórico y los autores. Dichos fines abarcaron desde la exaltación
del fervor patriótico o la necesidad de incorporar a los gauchos en las luchas
por la independencia, hasta la denuncia de la situación en la que estos se
encontraban.
En su libro El género gauchesco. Un tratado sobre la
patria, la crítica argentina Josefina Ludmer señala que existe un
“paralelismo entre el uso del cuerpo del gaucho por el ejército y el uso de su
voz por la cultura letrada, que define al género. El gaucho puede cantar o
hablar para todos, en verso, porque lucha en los ejércitos de la patria (…)”.
Clásicos
gauchescos
Bajo el gobierno
de Juan Manuel de Rosas, la gauchesca se afianzó como género. Proliferaron en
aquellos años los folletos y las hojas sueltas en los que se denunciaba al
gobernador de Buenos Aires, y no era sino el gaucho el portavoz de esas
denuncias. Sin embargo, serán Hilario Acasubi (1807-1875), Estanislao del Campo
(1834-1880) y Rafael Obligado (1851-1920) los autores que cobrarán mayor
renombre durante la consolidación del género.
El gaucho
argentino
Hasta aquí nos
hemos referido al gaucho como personaje del género que lleva su nombre. No
obstante, repasemos algunos acontecimientos históricos que nos permiten
entender la importancia que cobrará este tipo social en la historia de nuestra
literatura.
A principios del
siglo XVII la pampa rioplatense era aún un vasto territorio desierto. Si bien
en cercanías de las costas surgían algunas ciudades, en general, solo había
animales salvajes, que alentaban expediciones en busca de cuero. La
organización de los peones que cumplían con este trabajo dio origen, tal vez,
al gaucho en la Banda Oriental.
Sin embargo, en
el territorio que actualmente integra la Argentina, las condiciones fueron
diversas, y la figura del gaucho no apareció hasta el siglo XIX. A diferencia
del gaucho uruguayo, el argentino era un hombre errante, sin trabajo, y que, en
general, escapaba de la justicia. Estas características se emparentaban con el
significado dado al término gaucho. Algunos teóricos infieren que deriva de la
voz quechua “huachu” que quiere decir “huérfano” y que los españoles ampliaron
con el significado de “vagabundo”. Otras teorías afirman que fueron los
portugueses quienes, a fines del siglo XVIII, comenzaron a usar la palabra “gaúcho”
en el sentido de “malhechor”. En todo caso, vale rescatar que ambos términos
remiten a valoraciones negativas. Un gaucho tendrá una doble condición: por un
lado, huérfano, es decir, sin familia; y por otro lado, malhechor, es decir, un
perseguido por sus malas acciones.
El
Romanticismo y un proyecto de nación
El romanticismo
fue un movimiento artístico cuya característica principal consistió en la
búsqueda y la defensa de la libertad; de allí quizás derive el hecho de que
haya adquirido rasgos particulares en los distintos países en los que se
propagó. En la Argentina, particularmente, y a consideración de algunos
críticos y escritores, surge la literatura nacional.
Durante los años
en que Juan Manuel de Rosas gobernó Buenos Aires, él y sus caudillos profesaban
una organización federal de la nación y, de este modo, se oponían a un poder
centralizado y hegemónico, tal como pretendía Buenos Aires. Así, el país se
transformará en el escenario de la lucha entre los dos bandos que defendían
estas ideas: unitarios y federales. La literatura se convertirá durante este
período en portavoz de esta y de otras confrontaciones, tales como Buenos Aires
y el interior, la ciudad y la campaña, lo europeo y lo autóctono o civilización y barbarie. La obra Facundo de Domingo Faustino Sarmiento
–sobre la figura del caudillo riojano Facundo Quiroga- es quizás el texto más
representativo de esta disputa. A la figura de Sarmiento se le suma la de
Esteban Echeverría, con sus obras La cautiva y El matadero.
A pesar de que el
escenario político del momento propició la confrontación de lo civilizado y lo
bárbaro, esta dualidad pareciera no ser privativa de la argentina sino que
también puede encontrarse en obras de la literatura latinoamericana.
La Gauchesca de José Hernández: Martín Fierro
En 1872, sale de
la imprenta de La Pampa El gaucho Martín Fierro.
Siete años más tarde, en 1979, la Librería del Plata editaría la segunda parte
de esta obra: La vuelta de Martín Fierro.
Ambos textos aparecen firmados por José Hernández, periodista y escritor. Entre
estas fechas, la gauchesca como género ya estaba consolidada, pero la obra de
Hernández se distancia de algunas de las características que esta había tenido
hasta el momento:
·
Abandona
el diálogo y da lugar al monólogo, lo cual permite que cada uno de los
personajes cuente sus experiencias en primera persona.
·
Conserva
el verso octosílabo y la redondilla (estrofa de cuatro versos) de ss
predecesores, pero incorpora, además, la sextina (estrofa de seis versos) o la
décima (estrofa de diez versos).
·
La
imagen del gaucho se distancia de aquella que el género había presentado hasta
entonces. Este será el mayor cambio que Hernández genera respecto de sus
antecesores. Su figura del gaucho está íntimamente ligada a las ideas que el
autor concibe: Martín Fierro le permite a Hernández idear un modelo de nación,
revisar errores y trazar un posible destino.
Si Sarmiento
tiene una imagen pesimista del gaucho, producto del ambiente y de diversos
cruces de los componentes raciales, símbolo de la barbarie y la incultura,
Hernández, en cambio, cree que el gaucho debe insertarse como figura principal
en la vida de nuestro pueblo, para participar, por ejemplo, en tareas
agrícolas, dado su conocimiento de las faenas del campo. A partir de Martín
Fierro, se intenta reinsertar al gaucho en la sociedad argentina: para
Hernández, el gaucho había sido participante activo en las luchas por la
Independencia, para luego ser denigrado por la elite y convertido en un
delincuente. Su drama es el de un hombre que carece de lazo sociales más allá
de su familia, que no participa de la vida política del país, que es ajeno a la
presencia de un poder civil que regula su conducta.
Inmigrantes e
indígenas
Para Hernández,
el gaucho es fundamento de la nacionalidad argentina; pero no ocurrirá lo mismo
con otros componentes sociales, como el inmigrante y el indio.
En primer lugar,
Hernández no realiza ningún alegato dirigido a atraer inmigrantes europeos a
nuestro país. Por el contrario, los representa como una amenaza para el gaucho
y su lugar central en la economía argentina: con el arribo de inmigrantes para
trabajar el campo, los gauchos comenzaban a perder su lugar en el circuito
productivo. Así, se explican los diversos momentos que aparecen en el poema
Martín Fierro, en los que el gaucho se burla de los inmigrantes por cómo hablan
o por sus reacciones.
En segundo lugar,
recordemos que, en los años en que Hernández escribió su obra, los propietarios
de grandes saladeros y estancias luchaban contra los indígenas que diezmaban el
ganado; a esto se sumaba la falta de mano de obra y de soldados para defenderse
de estos malones. El gaucho Fierro mismo, en el poema, participará de los
fortines que defendían las fronteras del territorio.
Con el fin de
resolver estos problemas, se propiciaron campañas militares que buscaban la expulsión
de los indígenas de los territorios que ocupaban y el establecimiento de una
línea de fortines; y se aplicaron la ley de vagos o de leva.
ACTIVIDAD:
Relean los apuntes que tomaron mientras miraban la película de Torre Nilson (la de la actividad anterior) y relacionen las situaciones de la trama que les habían llamado la atención con la teoría que leyeron.
Escriban un breve texto en el que desarrollen al menos dos de las características teóricas ejemplificando con una escena o situación vista en la película.