¡Hola,
chicos! Espero que sigan bien. Estoy terminando de leer los trabajos que me
enviaron estos días. En el transcurso de la semana les hago las devoluciones.
Hoy les voy
a dejar algo de teoría para seguir trabando el tema, no tienen que enviarme
nada por ahora, pero lean el texto y cualquier consulta no duden en escribirme.
Del realismo al realismo mágico.
Hasta
mediados del siglo xx, el realismo ocupó el centro de atención de las letras de
Latinoamérica. Sin embargo, a partir de entonces, la narrativa amplía su
perspectiva: la naturaleza, los diversos tipos sociales, el problema indígena,
los abusos del poder y demás temas abordados por los escritores realistas serán
retomados por un conjunto de autores, a quienes se considerará pertenecientes a
un nuevo género literario: el realismo mágico.
También influirán
en el surgimiento de estas corrientes las revoluciones culturales y políticas,
la presencia de gobiernos dictatoriales, las vanguardias europeas y las ideas
del psicoanálisis propuestas por Sigmund Freud.
Podemos reconocer
varias etapas en la denominación realismo
mágico:
-
Entre
1920-1930, el término fue empleado por la crítica para dar nombre a los
trabajos de los pintores alemanes de la postguerra.
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En
la década de 1940, el Museo de Arte Moderno de Nueva York ofreció la exposición
“Realistas americanos y realistas mágicos”. En esa misma década, autores y
críticos, como el escritor venezolano Arturo Uslar Pietri y el novelista cubano
Alejo Carpentier, se apropiaron del concepto y lo emplearon para referirse a la
literatura latinoamericana. En su novela El
reino de este mundo (1949), Carpentier utilizó la expresión “lo real
maravilloso” para referirse a Latinoamérica.
-
En
los años 60 el término realismo mágico cobrará
mayor fuerza cuando la crítica comience a indagar las raíces hispanoamericanas
de la narrativa que se escribía en aquellos tiempos e intenta explicar su carácter novedoso y experimental. En esta
nueva corriente se inscribirán Carpentier y el escritor colombiano Gabriel
García Márquez (y, a partir de 1980, la autora mexicana Laura Esquivel y la
novelista Isabel Allende).
Diversos mundos, diversos modos de narrar
Podríamos afirmar
que los autores del realismo mágico presentan como naturales hechos que
pertenecerían a un mundo sobrenatural.
Para los
personajes y para el narrador de estos relatos, no hay incertidumbre ni
sorpresa en los hechos que se narran y, como consecuencia de ello, nosotros,
los lectores, nos sumergimos dentro de un mundo que recoge lo sobrenatural, lo
extraño y sorprendente como parte de las leyes normales que rigen el universo
narrado.
Así, en Muerte constante más allá del amor, de
García Márquez, las mariposas de papel que el senador construye vuelan a causa
de un ventilador que está encendido en su despacho, y una de ellas pasa a formar
parte del diseño que cubre las paredes. Laura Farina intenta desprenderla, el
guardia le advierte que es imposible, pero ninguno de los personajes –tampoco el
narrador- se cuestiona acerca de este suceso ni se genera la duda que definiría
el cuento fantástico. En este sentido se afirma la oposición entre ambos
géneros.
Los autores
del realismo mágico, generalmente, abordan temas relacionados con la realidad
latinoamericana, sus mitos y su naturaleza primigenia. De este modo, lo
maravilloso presente en estas narraciones tiene una relación más cercana con la
cultura de los antepasados que con los mundos fantásticos, fuera de cualquier
realidad. Por ello, si bien son contemporáneos de los escritores del realismo
mágico, no se considera autores de esta corriente a los argentinos Jorge Luis
Borges, Adolfo Bioy Casares o Julio Cortázar.
La literatura del Boom
Si bien no
pertenecen a la corriente del realismo mágico, los escritores antes
mencionados, junto con los que consideramos representantes de la corriente, son
autores del boom de la literatura
latinoamericana. Este fenómeno, al que muchos críticos consideran de
carácter editorial, consistió en la irrupción del interés por obras latinoamericanas en el mercado editorial mundial.
Autores de habla hispana, editados e América Latina, comenzaron a ser
traducidos y vendidos con gran éxito en Europa y los Estados Unidos.
La década
de 1960 tuvo como gran escenario este suceso. En 1959 tuvo lugar la Revolución
cubana que provocó la caída de la dictadura y la llegada al poder del líder del
ejército rebelde: Fidel Castro. Este hecho marcó un hito importante en la
constitución e un nuevo público lector, ya que los acontecimientos acaecidos en
Cuba mostraron al mundo la realidad y la vida latinoamericanas.
Además,
jugaron un rol importante los medios masivos de comunicación social:
recordemos, por ejemplo, que a comienzos de la década de 1950 la televisión llegó
a la Argentina, y algunas décadas antes, a los Estados Unidos y Europa. De este
modo, era imposible ver qué ocurría en otros lugares del mundo y, en
particular, qué sucedía en Latinoamérica. Al abrirse esta posibilidad, los
otros continentes redescubren los sucesos del nuevo mundo.