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miércoles, 19 de agosto de 2020

Literatura 5B

 

¡Hola, chicos! Espero que sigan bien. Estoy terminando de leer los trabajos que me enviaron estos días. En el transcurso de la semana les hago las devoluciones.

Hoy les voy a dejar algo de teoría para seguir trabando el tema, no tienen que enviarme nada por ahora, pero lean el texto y cualquier consulta no duden en escribirme.

 

Del realismo al realismo mágico.

Hasta mediados del siglo xx, el realismo ocupó el centro de atención de las letras de Latinoamérica. Sin embargo, a partir de entonces, la narrativa amplía su perspectiva: la naturaleza, los diversos tipos sociales, el problema indígena, los abusos del poder y demás temas abordados por los escritores realistas serán retomados por un conjunto de autores, a quienes se considerará pertenecientes a un nuevo género literario: el realismo mágico.

También influirán en el surgimiento de estas corrientes las revoluciones culturales y políticas, la presencia de gobiernos dictatoriales, las vanguardias europeas y las ideas del psicoanálisis propuestas por Sigmund Freud.

Podemos reconocer varias etapas en la denominación realismo mágico:

-          Entre 1920-1930, el término fue empleado por la crítica para dar nombre a los trabajos de los pintores alemanes de la postguerra.

-          En la década de 1940, el Museo de Arte Moderno de Nueva York ofreció la exposición “Realistas americanos y realistas mágicos”. En esa misma década, autores y críticos, como el escritor venezolano Arturo Uslar Pietri y el novelista cubano Alejo Carpentier, se apropiaron del concepto y lo emplearon para referirse a la literatura latinoamericana. En su novela El reino de este mundo (1949), Carpentier utilizó la expresión “lo real maravilloso” para referirse a Latinoamérica.

-          En los años 60 el término realismo mágico cobrará mayor fuerza cuando la crítica comience a indagar las raíces hispanoamericanas de la narrativa que se escribía en aquellos tiempos e intenta explicar su carácter novedoso y experimental. En esta nueva corriente se inscribirán Carpentier y el escritor colombiano Gabriel García Márquez (y, a partir de 1980, la autora mexicana Laura Esquivel y la novelista Isabel Allende).

 

Diversos mundos, diversos modos de narrar

Podríamos afirmar que los autores del realismo mágico presentan como naturales hechos que pertenecerían a un mundo sobrenatural.

Para los personajes y para el narrador de estos relatos, no hay incertidumbre ni sorpresa en los hechos que se narran y, como consecuencia de ello, nosotros, los lectores, nos sumergimos dentro de un mundo que recoge lo sobrenatural, lo extraño y sorprendente como parte de las leyes normales que rigen el universo narrado.

Así, en Muerte constante más allá del amor, de García Márquez, las mariposas de papel que el senador construye vuelan a causa de un ventilador que está encendido en su despacho, y una de ellas pasa a formar parte del diseño que cubre las paredes. Laura Farina intenta desprenderla, el guardia le advierte que es imposible, pero ninguno de los personajes –tampoco el narrador- se cuestiona acerca de este suceso ni se genera la duda que definiría el cuento fantástico. En este sentido se afirma la oposición entre ambos géneros.

Los autores del realismo mágico, generalmente, abordan temas relacionados con la realidad latinoamericana, sus mitos y su naturaleza primigenia. De este modo, lo maravilloso presente en estas narraciones tiene una relación más cercana con la cultura de los antepasados que con los mundos fantásticos, fuera de cualquier realidad. Por ello, si bien son contemporáneos de los escritores del realismo mágico, no se considera autores de esta corriente a los argentinos Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares o Julio Cortázar.

La literatura del Boom

Si bien no pertenecen a la corriente del realismo mágico, los escritores antes mencionados, junto con los que consideramos representantes de la corriente, son autores del boom de la literatura latinoamericana. Este fenómeno, al que muchos críticos consideran de carácter editorial, consistió en la irrupción del interés por obras latinoamericanas en el mercado editorial mundial. Autores de habla hispana, editados e América Latina, comenzaron a ser traducidos y vendidos con gran éxito en Europa y los Estados Unidos.

La década de 1960 tuvo como gran escenario este suceso. En 1959 tuvo lugar la Revolución cubana que provocó la caída de la dictadura y la llegada al poder del líder del ejército rebelde: Fidel Castro. Este hecho marcó un hito importante en la constitución e un nuevo público lector, ya que los acontecimientos acaecidos en Cuba mostraron al mundo la realidad y la vida latinoamericanas.

Además, jugaron un rol importante los medios masivos de comunicación social: recordemos, por ejemplo, que a comienzos de la década de 1950 la televisión llegó a la Argentina, y algunas décadas antes, a los Estados Unidos y Europa. De este modo, era imposible ver qué ocurría en otros lugares del mundo y, en particular, qué sucedía en Latinoamérica. Al abrirse esta posibilidad, los otros continentes redescubren los sucesos del nuevo mundo.